El P. Ubaldino Andrade, salesiano, de Petare, Barrio Julián Blanco, escribe desde Sierra Leona sobre el ébola y lo que se está haciendo allí.
“Tranquilícense, soy yo, no teman”
Hola a todos y muchos saludos desde estas tierras bellas y calurosas de Sierra Leona…
En estos días nos sentimos como los discípulos del Señor en medio de la tempestad, en medio del constante temor a ser contagiados con la epidemia del Ebola, que rápidamente se ha ido extendiendo a lo largo de todo el país; inclusive en Freetown, donde en los últimos días se han encontrado los restos de personas que murieron con la enfermedad, escondidos en sus casas. Algunas ciudades han sido bloqueadas, impidiendo la salida y entrada de la gente; siguen muriendo muchos médicos y enfermeras tratando de ayudar a los enfermos (algunas de las enfermeras que murieron ni siquiera habían terminado el curso de enfermería, los movió el deseo de luchar contra algo completamente desconocido; algunos médicos y enfermeras están completamente cansados); en los mercados, algunos productos básicos han comenzado a espacial y los precios están aumentando. Mucha gente tiene miedo de ir a los hospitales cuando se enferman, y algunos prefieren asistir a los médicos tradicionales; se sigue fomentando que la enfermedad esta relacionada con magia, supersticiones, o inclusive que es fruto de una conspiración para matar gente inocente o recoger sangre o órganos para trasplantes; a pesar de los esfuerzos la enfermedad parece seguir fuera de control y hay un fuerte rumor de que toda la población será obligada a permanecer en sus casa por un periodo de 21 días, pero como puede ser esto posible cuando la mayoría de la población vive de los poco que puede conseguir en el día (algunos no más de 3 o cuatro dólares al día).
Pero en medio de esta situación también hay momentos y experiencias profundas de Dios.
Como la llega de un grupo de muchachos de la calle con los que vivimos y trabajamos en nuestra casa, la casa se ha llenado de alegría, de vida, se entre cruzan los sonidos del tambor, de la flauta, la trompeta, el teclado, los cantos, los bailes y el rebote de los balones en el pequeño patio; son nuestros muchachos que han regresado a casa y a los que un grupo de esmerados trabajadores, colaboradores y amigos atiende con las mismas motivaciones que inspiraron a Don Bosco a dedicar toda su vida por los jóvenes, especialmente los más necesitados.
en la parroquia se reúnen cada día, entre Salesianos, jóvenes animadores del Movimiento Juvenil Salesiano y participantes del plan vacacional unos 230 corazones juveniles. Es una experiencia bella de servicio juvenil, en la se participa en clases dirigidas, dinámicas y talleres recreativos. Los participantes son educados y acompañados en la asimilación de hábitos y acciones que pueden prevenir la propagación de la epidemia en su familia y en la comunidad en la que viven, es una manera de ayudar a que la enfermedad no los agarre desprevenidos. Necesitamos reducir el un sentimiento miedo y pánico entre la gente que empeora la situación en la que vivimos. Durante la experiencia se comparte un buen plato de comida cada día y en algunos casos dos.
Con mucha alegría se comparte la experiencia de gente que ha podido sobrevivir a la enfermedad, es bueno saber que no todo es muerte, algunos han podido acudir en buen tiempo a los centros y han logrado sobrevivir.
Agradecemos también a nuestros amigos y benefactores que no nos han dejado de animar y de rezar por los que trabajamos en estas tierra bellas, en Sierra Leona, somos 16 Salesianos en tres comunidades (Salesianos provenientes de América, Bielorrusia, India, España, Ghana, Alemania, Nigeria, Sierra Leona y Venezuela ); también hay un buen numero en Liberia y Guinea. Por favor continúen rezando por nosotros y por todos aquellos que de manera directa siguen en la batalla contra esta terrible epidemia.
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