El ejercicio de la Sociología Pública significa un compromiso moral y político. Es la actividad profesional que implica un proyecto políticamente comprometido, que exige resolución, esfuerzo y además cierto riesgo profesional. Los riesgos están relacionados con el hecho que el desarrollo de la sociología pública supone entrar “en un universo discursivo formado por redes de medios de comunicación globalizados y dominados por agrupaciones corporativas” (Stacey, 2008 p. 20) o por la intervención de algunas instituciones del Estado. Esto ya ha sido previsto por Burawoy ya que para él la sociología pública es dialógica precisamente porque toma en cuenta en sus escritos e investigaciones la posición de la audiencia pública. Lo que significa escuchar sus voces, reconociendo y aceptando los términos y convenciones de los debates públicos proporcionando un marco para continuar con la conversación. (Jeffries et all, 2011, p. 163).
Ampliar el público al cual los sociólogos se dirigen de un público académico a uno extra-académico, significa que los sociólogos podrían verse implicados en repetir algunas representaciones de ciertos descubrimientos de las ciencias sociales que a menudo se basan en afirmaciones estadísticas engañosas. En segundo lugar, cuando los sociólogos logran dirigirse a públicos amplios y expresar discursos sociológicos críticos se corre el riesgo de reforzar ciertos marcos epistemológicos contrarios a una postura sociológica crítica. Por consiguiente, siguiendo a Stacey (2008) “el ejercicio de la sociología pública, con independencia de la meta que uno persigue, acaba por reforzar la epistemología positivista”. (p. 21). Esto es porque al ejercer la sociología en el ámbito público se debe acceder a jugar en el campo del equipo contrario según sus reglas, ya que se escapa de las manos del sociólogo “enmarcar las preguntas que se les van a plantear, escoger los temas para los que se busca su opinión de expertos, o decidir cual es el formato de los que se considera una respuesta admisible”. (idem).
Y es que esta epistemología positivista quizás esté constituida en nuestra sociedad como un discurso verdadero, una voluntad de verdad en el sentido que le da Foucault (1992) a la frase, creando cierta presión sobre los otros discursos: “(...) la literatura occidental ha tenido que buscar apoyo desde hace siglos sobre lo natural, lo verosímil, (...) y también sobre la ciencia - en resumen sobre el discurso verdadero.” (p. 11).
Robert Castel afirma sobre la mediatización del conocimiento sociológico: “Un trabajo riguroso de investigación contribuye a alimentar el debate público, así fuere al precio de las simplificaciones, y hasta las deformaciones … No porque pretenda cambiar el mundo. Pero tal vez de ese modo pueda dar algunos elementos para interpretarlo”. (Castel, 2006, p. 92).
A pesar de estos riesgos Judith Stacey considera que vale la pena “hacer público nuestro trabajo con un nivel extraordinario de reflexión, precaución y sofisticación semiótica y retórica. Debemos ser prudentes con lo que deseamos, pero no tanto como para acabar cediendo la sociología pública a voces expresamente antifeministas y reaccionarias.” (ídem p. 33)
Fuentes Bibliográficas:
- STACEY, JUDITH. (2008). Algunas advertencias sobre la práctica de la sociología feminista en la escena pública. EMPIRIA. Revista de Metodología de las Ciencias Sociales, (15) 19-36. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=297124045001
- CASTELL, ROBERT (2006) Comunicación y Poder Alianza Editorial Disponible: http://craig.com.ar/biblioteca/1/Comunicacion%20y%20Poder.pdf
- JEFFRIES VICENT, et all (2011) Recapturing the Sociological Imagination: The Challenge for Public Sociology en Handbook of Public Sociology Maryland Rowman & Littlefiled Publishers, inc.